Una experiencia de depresión posparto

Tuve un embarazo ilusionante. A pesar de un duro comienzo (me encontraba francamente mal físicamente y eso me desmoralizaba) en cuanto llegó el segundo trimestre pude comenzar a disfrutar del proceso. Era algo ansiado y buscado; después de tres ciclos de hormonación por sanidad pública debido a una enfermedad genética esta noticia no pudo ser mejor acogida. Por eso, una vez repuesta de eso duros comienzos me sentía pletórica. Incluso el día del parto, cuando por fin le vi recuerdo tocar todo su cuerpecito y temblar de emoción al saberlo en su existencia encima de mi, tan perfecto y suave y entero. Sin embargo, fueron pasando los días y una losa fue cayendo sobre mi hasta tal punto que empezó a generarme ansiedad la sola idea de tener que cuidar de él.

Cuando ya estábamos en casa nos sentimos desbordados y además del cansancio físico empezó el emocional porque tuve un postparto difícil en el que ningún médico supo atenderme debidamente (todo lo achacan a una posible tristeza postparto o al propio parto en si). Finalmente mejoré físicamente pero no mentalmente. Todo lo contrario. Veía que nuestra vida era mucho peor que antes de tenerlo y que había estropeado nuestra relación y nuestra felicidad con mi deseo de ser madre que además no me llenaba como esperaba. Expectativas frustradas que me llenaban la cabeza de desilusiones y me generaban ansiedad.

A las pocas semanas de notarme así pedí ayuda y la médica de cabecera me derivó a la psiquiatra que me atendió cuando aún no había pasado ni un mes del nacimiento de mi hijo. Supo ayudarme y fuimos probando medicación hasta dar con la tecla, lo cual no se produjo hasta más o menos mayo-Junio (seis meses tras el nacimiento). Durante ese periodo además de la medicación me informé sobre formas de fomentar el vínculo como darle el biberón en mi propio pecho y otras iniciativas propias que a veces forzaba para pasar tiempo con el y poco a poco dejaron de ser forzadas para ser emocionantes. Todo ello lo combiné con una psicóloga privada que me ayudó a tener herramientas para gestionar la ansiedad y a aceptar el tipo de madre que soy: ni peor ni mejor, pero si adecuada para mi hijo al que siempre he antepuesto incluso cuando, en realidad, no tenía ganas. La clave para mi fué mi auto conocimiento y auto examen que me reveló que no estaba bien y que tenia que hacer algo por cambiar eso. Además tuve un entorno familiar de apoyo y comprensión que me dio mi espacio y el cariño que precisaba y que nunca me juzgó. Aún así, pieza clave ha sido el foro Mama importa donde encontré personas maravillosas que pudieron empatizar totalmente conmigo porque, al fin y al cabo, solo una madre reciente puede comprender plenamente a otra. Ahora todas esas cosas que parecía forzar son naturales en nuestra vida. Mi hijo es un miembro más de mi maravillosa familia y es un ser de luz que sonríe, juega y al que le entusiasma la vida. Todo ello es mi mayor recompensa por haberme esforzado por sonreír, por darle lo mejor de mí cuando no tenía fuerzas ni ganas. Eso no convierte a otras madres en peores si no pueden.

Aceptar la tristeza, la pena es necesario para sanar. Aceptar y pedir ayuda, aceptar que no eres peor madre si te sientes así pero que no tienes por qué seguir sintiendo de ese modo si no que puedes cambiarlo con ayuda profesional. Para mi es clave no estigmatizar la ayuda médica y sanitaria. Y poco más puedo añadir. Confío en que mi testimonio sea útil. Me bastaría con que una sola mujer en situación similar a la que yo he estado me leyese y eso la hiciese sentirse mejor y tener esperanza de mejorar.
Por Beatriz